NUEVE MESES YA DE CLASES ONLINE: ADAPTACIÓN A LA NUEVA REALIDAD
Hoy es 15 de diciembre de 2020. Recuerdo que la primera clase online con mis grupos de teatro de Eòlia, fue un 24 de marzo de este año. Eso sí, ya hacía 10 días que había estallado la crisis de la pandemia del Covid 19. Hace hoy, pues, 9 meses del inicio de todo.
En aquel momento, pensábamos que sería algo temporal, unas semanas. No pensábamos que ya no regresaríamos a las clases presenciales en todo el curso. Encontrar fórmulas para que hacer teatro desde casa fuera atrayente, fue todo un reto. Trabajar la improvisación, los monólogos, las escenas, los poemas, desde una habitación y mirando a cámara parecía una tarea imposible. Pero se pudo conseguir teniendo ilusión. Sintiendo que en cirunstancias tan extremas, el simple hecho de poder reunirnos un par de horas todos juntos y compartir nuestra pasión por la interpretación, intentando no pensar en lo injusto de todo o en cómo sería todo en otras circunstancias, era como sentir que te tocaba la lotería.
Recomiendo mucho un libro de Viktor Frankl, "El hombre en busca de sentido", que en temática no tiene absolutamente nada que ver, pero sí en cómo el ser humano acaba siempre acostumbrándose a una nueva realidad y mantiene el instinto de supervivencia por difícil que sea.
Y así, nos retroalimentamos todos durante esos 4 meses finales, hasta el punto en que estrenamos unas obras de creación propia (3, una por cada grupo) telemáticamente, vía Zoom, para familia, amigos y allegados. Conseguir que 50 alumnos remasen juntos de tal manera, para seguir con la ilusión de estrenar una obra creada entre todos y de mostrarla, nos habla por un lado de lo bonito de este trabajo, por otro, de la magia que tiene el arte, el teatro y la palabra y por último, de ese instinto de supervivencia y de crecimiento del que hablaba, y que el ser humano tiene íntrinsicamente en sí.
El verano relajó las cosas y pudimos volver a las clases presenciales en Septiembre, eso sí, con mascarilla. Pero lo que hubiera sido una losa en otras circunstancias, ha sido anecdótico hasta la fecha, La necesidad de los adolescentes de relacionarse físicamente, de mirarse, de moverse, de sentirse parte físicamente de un grupo, hace que la mascarilla se relativice y hasta se intente integrar de forma positiva. El subidón de volver a realizar ejercicios, escenas y textos de forma presencial fue como si tuviéramos la opción de volver a sentir algo (lo que sea) por primera vez.
La segunda ola, trajo consigo un regreso a la vía telemática. Con pros y contras. Los pros, eran que los chicos seguían yendo al instituto, de forma que no había el agobio del encierro respirándose en el aire.
Y que sabíamos que esta vez sí, sería temporal. Los contras que, psicológicamente, volver a las clases por Zoom era realmente duro. Aunque los ejercicios fueran nuevos, el regreso de aquella sensación de meses atrás, era algo difícil. Aún así, muchas clases y ejercicios fueron extraordinarios y coincidíamos en que, esas dos horas juntos, creando, jugando e improvisando, eran un subidón de adrenalina potente.
Un soplo de aire fresco.
Entramos en la última semana antes de Navidad. Última semana de clases (en esta ocasión, presenciales pero con grupos partidos de 6 alumnos por grupo) antes de las vacaciones. A la vuelta, nos quedarán 6 meses más de curso. Cada vez siento que se acerca más algo parecido a lo que sentíamos hace ya unos 9 meses y medio (en febrero de 2020).
Siento que tras el verano, seremos felices y afortunados con el detalle más sencillo.
Yo, desde luego, seguiré disfrutando del regalo que es para mi ser profesor con la ilusión y los nervios buenos que tuve la primera vez que di una clase.
Seguimos.
